sábado, 2 de mayo de 2009

Una amiga siempre me decía que esa clase de dolor no existía. Que siempre recurrimos a los insultos cuando no sabemos qué decir. Porque aceptar que ya no tienes nada a lo que agarrarte cuando llegas a casa es más doloroso que cualquier golpe que recibas sin darte cuenta. También solía decir que bastaba un simple soplo para que tu vida se derrumbe como un castillo de naipes. Y a veces ni siquiera eras tú quien había soplado... Con el tiempo ha aprendido que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás a los que se marcharon. Que las palabras dichas en momentos de ira siguen hiriendo durante toda la vida. Que si estás con una persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla. Que las cosas, se curan, de una forma u otra, pero todo pasa, hay que ser paciente, como para muchas cosas de esta vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario